Toco el piano desde que tenía tres años.
I had this dream (okay, more like an obsession) of becoming the best pianist out there.
Music was my escape, my identity, my everything...
Sucedió durante un concierto—la peor pesadilla de cualquier pianista. Toqué la tecla equivocada.
Un error minúsculo, solo unos milímetros de diferencia, pero el sonido que salió fue horrible.
Mis manos comenzaron a temblar, mi mente se congeló y, antes de darme cuenta, las lágrimas corrían por mi rostro.
El público me miraba—sentía que me juzgaban..
No lo soporté. Salí corriendo del escenario.
Y en ese momento, algo dentro de mí se rompió.
Me prometí que nunca más volvería a tocar el piano. Y lo decía en serio.
La única cosa que siempre había sido mi terapia desapareció.
No tenía forma de procesar mis emociones, ningún escape.
Caí en un espiral de ansiedad y depresión.
Los ataques de pánico se convirtieron en parte normal de mi vida.
Pasé de ser una chica que soñaba con ser la mejor pianista del mundo…
a alguien que no podía mirarse al espejo sin sentirse como un fracaso.
Estaba desesperada por una solución.
Probé de todo—terapia, medicación, libros de autoayuda, trucos mentales.
Algunas cosas ayudaban por un rato, pero en el fondo, siempre había una parte de mí que quería sabotearme.
Estaba ahí, al acecho, esperando el momento perfecto para destruir todo lo que había construido.
Me aferraba con todas mis fuerzas, tratando de no dejar que ganara.
Pero sabía que solo era cuestión de tiempo hasta perder la batalla.
En ese punto, estaba mejor.
Pero esa parte autosaboteadora… solo estaba esperando su momento.
Durante un año estuve perdida. Ahogándome.
Y me hice la misma pregunta una y otra vez:
¿Cómo me aseguro de no volver a sentirme así nunca más?
Ahí fue cuando me lancé de lleno al estudio de la mente subconsciente.
Había leído sobre ella antes, pero nunca entendí realmente cuán poderosa era.
Sabía que mis tendencias al autosabotaje vivían ahí, pero no tenía ni idea de cómo alcanzarlas—mucho menos cómo cambiarlas.
Entonces, una amiga me mencionó un programa de certificación de coaching.
Y fue ahí donde descubrí herramientas como la PNL y la hipnoterapia—formas reales y prácticas de reprogramar la mente subconsciente.
Me obsesioné.
No porque quisiera ser coach—solo quería arreglarme a mí misma.
Pero no me detuve en una certificación.
Busqué todas las que pude encontrar.
Probé todo en mí, experimentando como una científica loca.
Y por primera vez en mi vida, no tengo miedo de que mi antiguo yo regrese.
And they worked. Like magic.
I became a completely different person. To this day, my fiancé doesn’t even believe me when I tell him about the anxious, depressed little girl I used to be.
It’s like she was someone else entirely.
Now? I feel free. I’m joyful. And for the first time in my life, I’m not afraid that my old self will come creeping back. Because I trust myself now.
Comencé a compartir mis fórmulas con amigos.
De forma casual, solo para ayudar.
Pero seguían regresando. Una y otra vez.
Fue ahí cuando lo comprendí—había descubierto algo verdaderamente mágico.
Con su permiso, usé a mis amigos como sujetos de prueba, perfeccionando mis fórmulas.
Inviertí más de $300,000 en desarrollarlas, asegurándome de que fueran lo más precisas y efectivas posible.
Y hoy, estoy increíblemente orgullosa de decir que he ayudado a más de 3,000 personas a transformar por completo sus vidas.
Sé que estas fórmulas funcionan porque he recibido testimonios increíbles.
Gente que me dice que soy la razón por la que se convirtieron en millonarios… o que los ayudé a sanar enfermedades que los médicos consideraban incurables.
Algunas historias son tan increíbles que ni siquiera las comparto—porque, sinceramente, suenan demasiado buenas para ser verdad.
Este es mi propósito.
Y si estás leyendo esto, creo que tú estás aquí por una razón también.
Si estás listo para experimentar este tipo de transformación, haz clic aquí. Reescribamos tu historia juntos.